El concierto de Rubio en el Lunario del Auditorio Nacional el pasado 2 de diciembre fue una experiencia mágica que dejó al público completamente encantado. Desde el inicio, Francisca Straube, el corazón detrás de Rubio, logró envolver a todos con su mezcla única de sonidos electrónicos, pop y ambient, creando una atmósfera casi hipnótica.
El show estuvo lleno de momentos intensos, comenzando con canciones de su álbum Venus & Blue, que ya es un referente de su capacidad para transmitir emociones profundas. Entre los temas más destacados estuvo su nueva pieza “Shouganai”, que habla sobre la aceptación del destino, y “Yugen”, que explora conceptos filosóficos de belleza y misterio. Ambas canciones formaron parte de los puntos más emotivos de la noche, con visuales y juegos de luces que parecían dar vida a cada nota.
La conexión entre Rubio y el público fue palpable. Desde las primeras palabras que dirigió a sus fans, Straube expresó su gratitud por el apoyo que siempre ha recibido en México, un país que ha sido clave en su carrera. Su energía en el escenario, combinada con la respuesta entusiasta del público, crearon un ambiente cálido y cercano, como si todos estuvieran compartiendo un momento íntimo e irrepetible.
Momentos como “Hacia el fondo” hicieron que todo el Lunario vibrara, mientras que las partes más calmadas del set permitieron a los asistentes sumergirse completamente en las emociones que Rubio transmitía. La fusión de elementos electrónicos con su voz hizo que cada canción pareciera contar una historia única.
Al final de la noche, quedó claro que Rubio no solo ofreció un concierto, sino una experiencia sensorial completa. Fue un recordatorio del talento y la sensibilidad de esta artista chilena, que sigue consolidándose como una de las figuras más innovadoras de la música latinoamericana. Su paso por el Lunario no solo emocionó a los presentes, sino que reafirmó su conexión especial con el público mexicano.