BUNBURY: Greta Garbo. Autonomía y regreso

Bunbury ha hecho de Greta Garbo un disco excepcional en donde la música serpentea en ramas diferentes a lo que ofreció en Curso de Levitación Intensivo o Posible. Esta nueva entrega consta de suavidad rockera, de pesadez ausente, derroche de autonomía y guitarras californianas. Greta Garbo fue grabado en El Desierto Casa Estudio en México y tuvo la producción de Adan Jodorowsky, las mezclas de Jerry Ordoñez y la masterización de Bernie Brudman. Este nuevo decálogo llega a expandir el gran repertorio bunbiriano, no se trata de un disco de rock a los ZZ Top ni nada por el estilo, pero existen cualquier atisbo de optimismo, inconformidad, lealtad y dignidad.

A estas alturas del partido, Enrique puede o no decretar sus decisiones sin dar o no explicación alguna, y es qué, para un artista como Bunbury que se ha ganado el respeto de sus pares, del público y la industria, también se ganó el derecho de hacer y deshacer el mundo, de construirse y reconstruirse, de acertar y equivocarse; de irse y volver. Greta Garbo es el álbum que pone a el Aragonés Errante en el mapa de actualidad, aunque parecieran ser otras las sensaciones, Bunbury inicia un nuevo camino que lleva a su paso, lento y preciso como anunciar su regreso a los escenarios para 2024 con cinco únicos shows para el mes de junio repartidos entre México y Estados Unidos.

HABLEMOS DE GRETA GARBO

El tema que da apertura es Nuestros Mundos no Obedecen a tus Mapas, con arranque de guitarras construidas sobre una base de fondo que permea en el krautrock highway, el tierno viento electrónico que se transforma durante los 3:35m de la canción viene acompañado de la naturaleza lirica del su autor en frases como: “El que se va sin que lo echen, volverá sin que le llamen” y “No escuchamos para contestar, solo sanamos las fisuras de tu cotidianidad, nosotros que somos también ex convictos de la vida y de la suciedad”. Alaska fue el segundo corte del álbum y el único tema con aires setentero, aquí Enrique ralentiza las emociones y se prepara para desatar la minúscula catarsis que se aproxima.

Es curioso, pero es así, que los tres sencillos den apertura al álbum. Invulnerables fue el ápice de esta odisea en la que se permite el baile, un acercamiento al new wave de actualidad con guitarras surfeantes, qué, mejor dejarlo a la interpretación personal porque si te lo explico todo, es no haber dicho casi nada. Desaparecer es sin lugar a dudas la balada del disco; el piano inicial como presagio de profunda emoción disuelta en una amalgama personal que remite su ausencia de todo escenario, o quizá eso pareciera mientras canta: “Las cosas como son no son suficientes, incluso lo permanente se puede disolver”, “Tuve que ceder a la presión de la ocasión, salir de paso a lo Greta Garbo sin ofrecer una explicación”.

Para Ser Inolvidables tiene la frescura en su musicalidad y agilidad en su letra que compagina a la perfección entre guitarras rítmicas que rozan los horizontes del pop, mientras un piano angustioso enrolla y resalta la frase: “No hace falta ser una celebridad para ser inolvidable”. En De Vuelta A Casa hay nostalgia y desencuentro, tilda sus primeros versos como balas “Es inútil seguir, estoy cansado, y no quiero jugar la revancha, voy de vuelta a casa”. Tal vez explicar esta letra es cortarle las alas, igual cada quien pensara lo que quiere, pero aquí Bunbury hace hincapié y todo conduce a la dura decisión de no salir más de gira. No es una despedida, sino una nueva forma de encarar la vida; “El futuro es brillante, me pondré mis gafas de sol”. El séptimo track titulado La Tormenta Perfecta tiene brillantez en su inicio, una vez más Jodorowsky atribuye calidez armónica e ilustre funk que resbala entre el dramatismo de su autor y la vida en curso como reflexión de autonomía y libre pensamiento

Afilando los últimos temas cuesta creer o, mejor dicho, cuesta entender hacia donde van las canciones, a donde van con todo y su mensaje, si su mensaje llega con éxito a sus destinatarios o quedan en el limbo cubiertas de polvo. Sucede que en Autos de Choque existe la coyuntura interminable y una melancólica que resulta ser el punto álgido antes de llegar a Armagedón Por Compasión, el noveno tema reboza de guitarras escurridizas y reincide en ritmos marcados por la percusión, da la impresión que en cualquier momento la melodía se vuelve bailable o explotara para mayor enjundia.

El broche de oro llega con Corregir el Mundo con una Canción la pieza perfecta para dar cierre al álbum además es el tema más extenso, pero que igual no sobrepasa los seis minutos. La canción se envuelve sola entre la psicodelia y guitarras destartaladas, nos lleva a caminar por terrenos desérticos mientras que el chirriante saxofón recuerda los caudales expuestos por David S. Ware, claro que no es jazz y qué, a decir verdad, es la canción más mística, complaciente, desafiante y “rockera”, así entre comillas por si las dudas.