Cuando Beth Gibbons suba al escenario del Pitchfork Music Festival CDMX el próximo 3 de mayo, no será solo un concierto: será una confesión al oído de todos los que sepan escuchar. La legendaria voz de Portishead, dueña de una melancolía que atraviesa generaciones, llega a México en un momento de madurez artística, dispuesta a abrir nuevas cicatrices con cada nota.
En sus canciones no hay artificio: sólo la verdad desnuda del miedo, del amor, de la pérdida. Su álbum en solitario, publicado en 2024, es una obra de belleza descarnada, donde Gibbons canta como si se rompiera un poco más en cada verso. Esa vulnerabilidad brutal —tan suya, tan irrepetible— hará de su actuación uno de esos instantes raros en los que la música parece detener el tiempo.
Dentro de la marea de sonidos que traerá el Pitchfork CDMX —con nombres como Little Simz y Earl Sweatshirt—, el paso de Beth Gibbons será como un susurro poderoso, imposible de ignorar. En un mundo que corre, su música nos invita a detenernos, mirar adentro y recordar que seguimos vivos, aunque duela.