Por: Ana Amaya
La cordillera andina vuelve a rugir desde Bogotá. El Festival Cordillera, que se ha posicionado como uno de los encuentros más importantes de la música iberoamericana, regresa en 2025 con un cartel que no solo celebra la historia sonora del continente, sino que la proyecta hacia el futuro. Dos días de música, emociones cruzadas, ritmos imposibles de clasificar y una sola intención: conectar a toda Latinoamérica desde la raíz.
En esa gran fiesta, México se hace presente con una fuerza única, liderada por tres mujeres que no solo representan distintas generaciones y estilos, sino también distintas formas de habitar el escenario. Silvana Estrada, Ximena Sariñana y Denisse Guerrero liderando Belanova estarán en Bogotá este 13 y 14 de septiembre, y su sola presencia ya justifica la travesía para quienes aman el pop, el folk, la electrónica y la voz femenina como vehículo de sensibilidad, de fiesta y de resistencia.



Silvana Estrada llegará nuevamente a la capital colombiana con su canto íntimo y poderoso, el mismo que la ha llevado a convertirse en una de las voces más queridas del nuevo folclore latino. Con su jarana y sus versos cargados de emoción, promete momentos de recogimiento en medio del torbellino festivalero. A su lado, Ximena Sariñana que lleva más de dos décadas reinventándose desplegará su mezcla de pop alternativo y matices electrónicos, tan cercana al corazón como a la pista de baile. Y para completar esta tríada, el regreso de Belanova a Colombia marca uno de los momentos más esperados: un reencuentro con los himnos que definieron una era en el pop electrónico mexicano, ahora con la nostalgia intacta y las ganas de bailar multiplicadas. La voz dulce y sofisticada de Denisse Guerrero será protagonista de un viaje sonoro que, seguramente, activará memorias colectivas y emociones profundas en más de un asistente.
Por supuesto, México también dirá presente con una de sus bandas más representativas del rock alternativo latinoamericano. Zoé, la emblemática agrupación de León, volverá a encontrarse con el público colombiano para seguir expandiendo ese universo sonoro propio, cargado de psicodelia, rock y misticismo. Su show en Cordillera será un nuevo capítulo en la historia que han construido en este país a lo largo de los años.
Junto a ellos, el cartel también incluye otras propuestas mexicanas que aportan nuevos colores al panorama. Daniel, Me Estás Matando, con su bolero glam y una puesta en escena que desafía lo clásico, promete una dosis de romanticismo desenfadado y elegante. Mientras tanto, Dromedarios Mágicos, con su folk urbano y su espíritu fronterizo, llevará al festival una sensibilidad distinta: más confesional, más cruda, más cercana.



Pero el festival no termina ahí. La edición 2025 ofrecerá una mezcla precisa entre leyendas y nuevas voces, entre sonidos clásicos y exploraciones contemporáneas. Subirán al escenario artistas esenciales como Fito Páez, Rubén Blades, Miguel Bosé, Carlos Vives y Serú Giran, quienes resumen décadas de historia musical. También estarán proyectos más recientes y arriesgados que demuestran que la música latina está viva, mutando y conectando con nuevas generaciones sin perder su raíz.
Más allá de los nombres principales, el festival construye su verdadera riqueza en el corazón del cartel: esos artistas que, sin ser los headliners absolutos, cargan con décadas de trayectoria, géneros consolidados y públicos fieles que los siguen sin importar fronteras. Ahí están leyendas del mestizaje como Los Auténticos Decadentes, Los Caligaris y La Mosca, capaces de armar una fiesta sudamericana sin pausa, entre ska, cumbia, rock y carnaval. También está Illya Kuryaki & The Valderramas, con su mezcla única de funk, rap y actitud noventera, listos para invocar otra vez esa energía que los convirtió en referentes ineludibles del rock latino alternativo.

El festival también se atreve a cruzar océanos sin perder el acento: llegan los legendarios UB40 ft. Ali Campbell con su reggae británico de sangre caribeña, y los Gipsy Kings por André Reyes, trayendo el fuego gitano y la rumba flamenca que ha hecho bailar al mundo entero. Junto a ellos, el regreso de Orishas marca un reencuentro necesario con ese hip hop afrocubano que, a comienzos de siglo, nos enseñó que el flow también tiene raíces.
Y como el Cordillera no es solo fiesta, hay espacio para propuestas que tocan fibras más íntimas: desde el rock melódico de Estelares y la poesía rockera de Catupecu Machu, hasta el nuevo aire acústico que traen bandas como Los Bunkers, y a los clásicos Duncan Dhu, un nombre que evoca melancolía pop y tardes eternas de radio en los noventa.
Colombia también se planta con fuerza desde lo alternativo y lo local: Frente Cumbiero con su fusión de cumbia y vanguardia, Crudo Means Raw con su visión introspectiva del rap paisa, y nombres como Velandia y La Tigra, Lucio Feuillet, Skampida, Ciegossordomudos o El Kalvo, que representan el lado más inquieto, combativo y auténtico del sonido colombiano actual.
Finalmente, hay una camada de propuestas emergentes o con públicos de nicho que merecen atención: Yami Safdie y Vale llevan el pop hacia lo íntimo y confesional; Peces Raros y La Beriso apuestan por el cruce entre lo electrónico y lo guitarrero; Laura Pérez, La Farmakos y Planes aportan nuevas miradas, géneros híbridos y sensibilidad joven que conectan con públicos que buscan algo más allá del algoritmo.
Cordillera 2025 no es un festival de una sola voz, sino un coro continental de sonidos, generaciones y emociones. Y entre leyendas, propuestas sólidas y talentos en crecimiento, construye una experiencia que va más allá del cartel: una celebración de lo que somos como región, con el volumen al máximo.
Así que la invitación está hecha. Bogotá está lista. Próximamente tendremos para ustedes nuestras recomendaciones y consejos para asistir al festival. La boletería la encuentran en: https://www.ticketmaster.co/event/festival-cordillera-2025
El Simón Bolívar se vestirá de fiesta, y el Festival Cordillera volverá a ser ese punto de encuentro en el mapa donde el sur y el norte de América Latina se abrazan con música. Y esta vez, México tiene mucho qué decir, y aún más qué cantar.
